la actriz habló del desafío de grabar una ficción en pandemia y cómo lleva adelante su carrera en el exterior. Sobre su vida personal, aseguró que no siente presión por cumplir con los mandatos de casarse y tener hijos
Bárbara Lombardo tenía 10 años cuando entró a un estudio de televisión y gritó: “¡Esto es lo mío!”. Quedó deslumbrada por las luces y las cámaras de un set. Esa niña que soñaba interpretar a diferentes personajes se convirtió en una mujer y la vida la llevó por un camino más tradicional: estudiar Derecho y trabajar en un banco.
Más allá del paso de los años, esa pasión por actuar seguía presente y de la mano de Julio Chávez comenzó a estudiar teatro. Mientras se sumergía en este mundo, ensayaba y se formaba, su corazón le decía que su destino no era ser abogada. Sabía que la vida de artista iba a ser difícil, incluso su madre no quería que eligiera esa profesión, sin embargo Bárbara luchó por cumplir con su objetivo y con mucho esfuerzo pudo lograrlo.
“Yo trabajo para que la gente ría y llore, creo que es nuestra función como entretenedores”, aseguró a Teleshow la actriz de 39 años que regresó a la pantalla chica con La 1-5/18, la primera tira de Polka grabada en pandemia que debutó este lunes 20 en el primetime de El Trece. Pero no solo tiene trabajo en la Argentina, también hizo carrera en los Estados Unidos y México. Dueña de un estilo de vida nómade, Bárbara disfruta de estar en pareja, mientras prepara otros proyectos relacionados a la escritura y la astrología.
—¿Cómo es filmar en pandemia?
—Estamos todos muy contentos de trabajar después de un 2020 tan difícil. Hay muy buena energía grupal del elenco, es hermoso y siempre se transmite en la pantalla. Más allá de las dificultades de trabajar en pandemia: tenemos que estar mucho tiempo antes para hacer los testeos, sino no podés entrar a camarines. Al comienzo de las grabaciones hubo un par de casos, ahora no tanto. Te aíslan y durante 15 días no se filma. Al principio estábamos todos muy asustados, ahora ya sabemos qué hacer y qué no hacer.
—Empezaron a grabar la tira en abril, pero recién debutaron en septiembre.
—Sí, la pandemia nos atrasó un montón. Nunca me pasó de parar 15 días una producción. Como no estamos en Hollywood y el dinero es muy limitado, la productora se dio cuenta de que lo mejor era tener 30 o 40 capítulos adentro por si alguien se contagia de covid. Una vez que estás al aire no podés esperar 15 días para producir el programa y editarlo. Todos estamos aprendiendo nuestro oficio otra vez.
—Contame de tu personaje en la ficción.
—Interpreto a Renata Alvarado, una mujer muy adinerada que es una organizadora de eventos. Está casada hace muchos años con su primer novio de toda la vida, Sebastián Alvarado, un médico interpretado por Luciano Cáceres. No sé sabe bien por qué no pudieron tener hijos y adoptaron a Matías que es el personaje de Baltazar Murillo. Tienen una familia bastante clásica, los dos profesionales y trabajadores, les va muy bien. Cuando la madre biológica del adolescente, Rita, interpretada por Lali González, quiere recuperar el vínculo con su hijo, empieza a trabajar como empleada doméstica en la casa de ellos. A partir de ahí se desencadenan un montón de situaciones que van a hacer que esta familia se ponga en riesgo. Es una telenovela culebrón clásica que tiene comedia y drama. Renata es una persona que bordea la loca, la mala y está presa de las circunstancias sociales y culturales.
—Además de la tira de Polka, ¿participaste en alguna otra producción?
—Sí, me convocaron para protagonizar la película Manuela de la directora Clara Cullen, con la producción ejecutiva de Julia Solomonoff. La película se filmó en 2019 por completo en Los Ángeles durante 25 días. Ya están por terminar la edición, solo falta la mezcla de sonido en los estudios Churubusco en México que estará a cargo de Lena Esquenazi. Fue una experiencia hermosa contar la historia sobre una mujer que cuida a una niña de tres años y establecen un vínculo entrañable.
—¿Tuviste covid?
—No. El año pasado tuve miedo y estaba angustiada por mí y por mi familia, a veces no me podía dormir. Cuando me empezaron a llegar propuestas de trabajo el año pasado, decidí salir a trabajar. Lo necesito personal y económicamente, no puedo quedarme años en mi casa. Con los protocolos y los cuidados se puede trabajar. Además tuve la suerte de vacunarme temprano. Yo trabajo y vivo en varios países. En marzo viajé a los Estados Unidos y me pude vacunar. En ese momento se estaba dando en algunos lugares públicos en Los Ángeles. Hice cola por dos días, me llevé una sillita, un libro y un termo con mate (risas). Había mucha gente y cuando me tocó fue emocionante. Gracias a esto, en julio pude viajar a Uruguay a filmar una película con Gastón Soffritti y Luciano Leyrado. Es una comedia realista dramática, dirigida por Esteban Rey Cazes y producida por Bourke y La Productora Films.
—¿Cómo es tener una vida nómade?
—Hace muchísimos años que mi vida es así, tiene un lado espectacular, súper divertido y otro lado más difícil y desafiante. La economía nuestra no ayuda a veces porque el dólar es cada vez más difícil de comprar y hago lo posible dentro de las circunstancias. Como no tengo hijos puedo ir y venir tranquila. Mis tres lugares son: Buenos Aires, Los Ángeles y México, donde viví casi tres años. Cuando arrancó la pandemia y me vacuné en Los Ángeles pensé en la suerte que tenía, pero es un esfuerzo también. Lo que más agradezco de la pandemia es que ahora puedo hacer reuniones online, mis colegas no se asustan si voy y vengo, es algo que jugó a mi favor. Toda la preproducción de La 1-5/18 la hice online, como el vestuario y el arte. Ahora estoy en Los Ángeles por unos temas legales y de la producción me dejaron venir porque estaba con las grabaciones adelantadas. No quiero contar el lado B de viajar, pero tenés que tener una personalidad muy centrada y bancarte estar en otro país, donde no sos nadie ni conocés a la gente de toda la vida. Como tengo muchos años de ir y venir ya tengo amigos entrañables y familia en todos lados. Mi estilo de vida ahora tiene más sentido.
Sus comienzos en el mundo del espectáculo
—¿En qué momento te diste cuenta de que querías ser actriz?
—A los 10 años tuve la suerte de entrar a un estudio de televisión y me enamoré. Me acuerdo de esas luces, esas cámaras, la gente y la energía. Siempre digo que los sets son como armar un partido de fútbol en primera división. La realidad es que después no sabés lo que va a pasar por más ensayo que hagan. No sabés con qué compañero o compañera te vas a encontrar, con qué director, con qué equipo. Tenés que ser muy hábil para adaptarte. Pasaron los años, tuve una adolescencia desafiante, terminé la escuela y quería estudiar teatro. Todos me vaticinaban que iba a ser una excelente abogada, mismo en los test vocacionales me salía Derecho. Yo creo que podría haber sido una gran abogada y sueño con interpretar a una abogada o a una fiscal.
—¿Cuándo te animaste a estudiar teatro?
—Empecé en la escuela de teatro de Julio Chávez. En ese momento también estudiaba Derecho y trabajaba en un banco. Pero me atravesó la experiencia, se me despertó una pasión. Cuando tenía 19 años me tocó ensayar una escena de La gaviota de Chéjov. Había algo en ese texto que me atravesaba, me conmovía. Lo hice con Julio y fue un antes y un después. Me acuerdo que volvía a casa en colectivo y dije: “Esto es lo que tengo que hacer”. No puedo hacer otra cosa porque me apasiona y soy buena, tengo talento. Julio fue muy generoso conmigo, me dijo que tenía muchas condiciones para dedicarme a la actuación.