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Emma Watson, 20 años después de Hermione: qué ha pasado con la estrella que no quiso reinar en Hollywood

Emma Watson, 20 años después de Hermione: qué ha pasado con la estrella que no quiso reinar en Hollywood

Cuando se cumplen dos décadas del estreno de la primera entrega de la millonaria franquicia, Harry Potter y la piedra filosofal, repasamos la trayectoria de su protagonista femenina, que cambió el glamur de las alfombras rojas por la repercusión del activismo.

“Cuando Voldemort es presidente, necesitamos una nación de Hermiones”. No hace falta ser ningún mago para comprobar la ascendencia de la aprendiz de bruja Hermione Granger en toda una generación de lectoras que tomaron a la compañera inseparable de Harry Potter como modelo aspiracional. Así lo atestiguan los lemas que referencian a esta marisabidilla hija de dentistas en las pancartas de las manifestaciones feministas recientes. Un icono pop al que prestó rostro, carisma y, a tenor de sus actos recientes, un recorrido más allá de lo meramente cinematográfico, Emma Watson. La británica, que consiguió el papel con apenas nueve años y que empuñó su varita con núcleo de corazón de dragón hasta la veintena, parece empeñada en suscribir el legado de solidaridad, activismo y compromiso simbolizado por su alter ego. Justo 20 años después de que Watson pisara por primera vez la escuela de Hogwarts en La piedra filosofal, la actriz más insondable de su generación parece decidida a desechar su posición de privilegio en la industria y cambiar el glamur de las alfombras rojas por el impacto social de las cumbres internacionales.

“Me he pasado más tiempo en mi vida siendo otra persona que siendo yo misma. Cuando la gente de mi edad se teñía el pelo y descubrían quiénes querían ser, yo trataba de descubrir quién era Hermione”, confesaba en la BBC. Ni los focos, ni las portadas, ni siquiera la fortuna amasada durante aquellos años (valorada en 75 millones de euros) va a devolver a Emma Watson la infancia que se dejó en los platós de la exitosa franquicia cinematográfica. A sus 31 años, la intérprete lucha ahora por encontrarse a sí misma antes de que el alcance de su fama llegue a un punto de no retorno, alejándose de una industria en la que, insiste, nunca terminó de encajar. “Una vez caminaba por la alfombra roja y me metí en el baño. Tenía mucho maquillaje encima y uno de estos vestidos enormes y vaporosos. Puse mis manos en el lavabo, me miré al espejo y me pregunté, ‘¿quién es esta?’. No conecté con la persona que me estaba mirando de vuelta y ese fue un sentimiento muy inquietante”.

Su filmografía dice lo contrario. De los niños salidos de la saga mágica, es la que más trabajos aclamados por crítica y/o público ha conseguido firmar, conjugando taquillazos (La bella y la bestia, Noé) con proyectos indie que gozan hoy del estatus de culto como Las ventajas de ser un marginado o The bling ring. La oscarizada Mujercitas, dirigida por Greta Gerwig y estrenada en las navidades de 2019, supone su último estreno hasta la fecha. Su agenda está vacía desde entonces y, pese a que ha desmentido los rumores de que se ha retirado definitivamente de Hollywood, no hay ningún indicio que sugiera que volverá a ponerse delante de una cámara en los próximos años.

El viaje del héroe emprendido por Harry Potter (un huérfano que con la ayuda de un sabio acaba con un villano y la experiencia le cambia para siempre), es un cliché dramático manido y aplicable a otros referentes del acervo popular como Luke Skywalker, Frodo, Spider-Man o Simba. Pero que un rol femenino fuera el más inteligente, fuerte, leal y generoso de una franquicia millonaria es un hito de representación pionero en la cultura de masas. Un modelo que después replicarían Katniss (Los juegos del hambre), Rey (Star Wars) o Bella (Crepúsculo), aunque basando buena parte de su éxito en el aspecto físico y no en el intelectual, lo que sigue distinguiendo a esta hechicera. La propia J.K. Rowling lo reconocía en una entrevista de 2014: “Yo quería que la chica intensa e inteligente fuera esta vez la heroína. Sé que es muy reconocible para las lectoras, pero no se ven muchas Hermiones en el cine o la televisión excepto para reírse de ellas”.

El caso de Watson es un hecho casi insólito en la meca del cine. Poquísimas actrices a su edad y en el punto más álgido de su carrera, tras años de esforzado desencasillamiento y tras labrarse el respeto de la industria, apuestan por un paréntesis voluntario. Incluso en los años de actividad, se atrevió a rechazar papeles como los de La La Land o Cenicienta y protagonizar campañas de publicidad de firmas cosméticas porque “no reflejan la diversidad de la belleza femenina”. Ha denunciado el sexismo en la industria y se ha negado a cosificar a los personajes a los que pone rostro –en La Bella y la Bestia rechazó el corsé–, lo que ya le ha hecho merecedora del sobrenombre de “difícil” en la industria, un adjetivo que se le da a cualquier intérprete que se atreva a mostrar criterio o personalidad y no sea del género masculino. En la red se pueden encontrar artículos que listan ‘todas las razones por las que Hollywood debería dejarla caer’.

Licenciada en Literatura Inglesa por la prestigiosa Universidad de Brown, embajadora de buena voluntad de la ONU, imagen de la campaña HeForShe por la igualdad de género, fundadora de la organización Book Fairies Worldwide para el fomento de la lectura, presidenta del comité de sostenibilidad del grupo Kering… El número de facetas desplegadas por Emma Watson fuera de los platós no palidece en comparación con su carrera cinematográfica. Mientras en Hollywood se multiplican las presentaciones y las alfombras rojas ante la próxima temporada de premios y sus contemporáneas tratan de coger la delantera en la carrera hacia la estatuilla, ella hace del cambio climático y la sostenibilidad su cruzada personal. En la cumbre del clima celebrada recientemente en Glasgow, Watson ejerció como anfitriona de un panel que reunió a defensoras del medio ambiente como Greta Thunberg, Malala Yousafzai, Amanda Gorman o la ugandesa Vanessa Nakate. “Me sentía como si estuviera en presencia de las Vengadoras femeninas antes de la Batalla por La Tierra”, reflexionaba en su cuenta de Instagram, seguida por más de 61 millones de usuarios, y que dedica casi por completo a visibilizar sus ideales activistas.

Ella no es la primera estrella que resuena a nivel global como activista política, pero pocas han conseguido ser tan efectivas a la hora de divulgar su discurso. “Cuando Angelina Jolie y Leonardo DiCaprio se unieron a causas humanitarias y medioambientales, ya eran semidioses intocables y glamurosos cuyas vidas parecían estar a millones de kilómetros de distancia de las de sus seguidores, y cuyo activismo de jet-set se antojaba casi igual de distante”, sostiene Nicholas Barber en The Guardian, calificando a Watson de “diferente”. “Es posible que haya volado a Bangladés, Uruguay y Zambia en nombre de la ONU, pero no da la impresión de que esté dando un sermón a sus fanáticos desde las alturas, parece como si estuviera aprendiendo junto a ellos”.

De Emmanuel Macron a Al Gore pasando por Justin Trudeau o Kofi Annan, la británica aprovecha lo mediático de su nombre para conseguir que los políticos de máximo nivel atiendan a sus peticiones, encantados de poder hacerse una foto con Hermione. Pero sus actos refrendan sus palabras. En 2018 donó más de un millón de euros para la creación de un fondo destinado a ayudar a las víctimas de acoso o abuso sexual. Poco después, al mismo tiempo que la prensa sensacionalista teorizaba sobre los posibles motivos que llevaron a Watson a limitar hasta el extremo sus apariciones de alfombra roja durante la promoción de Mujercitas, la británica apostaba por otro tipo de acción promocional del filme. Junto a Book Fairies Worldwide lideró una campaña que escondió 2.000 ejemplares de la novela de Alcott en diferentes ciudades para que los viandantes pudieran hacerse con ellas totalmente gratis. Las copias, repartidas en 38 países, contaban con una dedicatoria personalizada y escrita a mano por Watson.

A la espera de conocer con qué próxima causa seguirá inspirando la actriz a sus fans, Watson parece dispuesta a conciliar la vertiente reivindicativa con la artística, aunque sea detrás de la cámara. La británica aprovechó los meses de confinamiento para hacer sus primeros pinitos como realizadora y compartió en sus redes sociales “lo empoderada” que se había sentido. “Cuando era joven siempre pensaba que lo más glamuroso y emocionante sería convertirse en la musa de alguien, pero ser capaz de poder contar tanto tu propia historia como la de otros es algo totalmente distinto”, escribió en sus redes.

¿Comenzará Watson su carrera como directora en los próximos años?

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